El dolor silencioso en los perros

dolor-silencioso-perros

Observo a los perros, muchas veces, durante mucho tiempo. Cómo se relacionan, cómo caminan, cómo miran, cómo se mueven. En ocasiones veo posiciones en sus cuerpos que indican que sufren alguna enfermedad o degeneración que se refleja en sus movimientos. Otras veces veo perros que parecen tener un mal día, o quizás una mala temporada. Se muestran tensos, esquivos, temerosos o agresivos. Una de las primeras preguntas que me surge en todos los casos es si sienten dolor.


Desde hace unas décadas, no demasiadas, la ciencia no tiene dudas de que los perros, y otros animales, experimentan dolor, si bien es cierto que es subjetivo y cada individuo lo experimenta con una tolerancia distinta dependiendo de su temperamento.
Antes se creía que los perros no sentían dolor como los humanos. Ahora hay evidencia de que ambas especies compartimos receptores especializados, con el nombre de nociceptores que son los responsables de recibir y transformar los estímulos en señales, que llegan a través del sistema nervioso hasta el cerebro, donde se interpretan y generan la sensación del dolor.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) define el dolor de la siguiente forma: “una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada con un daño tisular real o potencial, o descrita en términos de dicho daño. El dolor es, por tanto, la percepción consciente del estímulo nociceptivo”. En el caso de los animales, al no poder describirlo, la definición debería reajustarse. Y la principal diferencia será por tanto, cómo lo expresamos. Y podría entonces definirse como “una experiencia sensorial y emocional adversa que representa un conocimiento por parte del animal de un daño o una amenaza a la integridad de sus tejidos”. Esto va a hacer que el perro reajuste su fisiología y comportamiento, en un intento de reducir ese dolor y recuperar la salud.

¿Cómo expresan el dolor los perros?

Cuando se pregunta a los propietarios en las consultas veterinarias si reconocen si sus perros tienen dolor, un alto porcentaje de respuestas son negativas. La estimación del Dr James St Clair, autor del libro “Los perros no lloran”, basada en su experiencia en consulta es de un 90%. Y lo creen porque no hay lloros o gritos, o alguna expresión vocal evidente que lo indique.
Lo cierto es, que ante un dolor extremo y agudo sí gritarán o llorarán, pero será por un breve espacio de tiempo, hasta que internalicen el dolor. Pero no pasa lo mismo con los perros con dolor crónico, que no se quejan o lloran.

¿Por qué los perros no se quejan cuando tienen dolor?

Se dice que los animales hacen todo lo posible por ocultar el dolor. La explicación evolutiva se basa en la idea de que en la naturaleza ocultar la debilidad puede ser determinante a la hora de evitar ataques y sobrevivir. Es por eso que se habla del dolor silencioso en los perros, y que podemos aplicar a otros animales también.

Hay una clasificación científica según el tipo de dolor; el nociceptivo, debido a un daño en un tejido o como respuesta a un estímulo doloroso, el neuropático causado por daño en uno o varios nervios, el somático que proviene de la piel, músculos, articulaciones, y el visceral, atribuido a dolor en los órganos internos del cuerpo.
Aunque el inicio del dolor puede ser de una de estas tipologías y vinculado a una zona concreta del cuerpo, existe una tendencia a compensarlo, que crea tensión y otros tipos de dolencias, que en el tiempo se extienden como ramas de un árbol. La consecuencia es que poco a poco los animales se van volviendo más lentos y rígidos, y al ser gradual, primero pasa desapercibido, y segundo, lo atribuimos muchas veces a la edad y el envejecimiento natural.

La acumulación de sobrecarga a nivel de los tejidos, por la propia actividad diaria de paseos, juegos o deportes, e incluso postural puede generar dolor. El estado emocional tiene también un impacto, y situaciones crónicas de trauma, ansiedad, miedo y en general de estrés ocasionan tensión que se traslada a todo el cuerpo, y que en el tiempo se transformará en dolor.

Pero curiosamente, el efecto contrario también se produce. El dolor crónico físico, produce en el cuerpo tal sufrimiento que se generan respuestas estresantes, y se liberan las hormonas relacionadas, lo que causa alteraciones en el metabolismo (a nivel del sistema inmunitario, cardiovascular, suprarrenal), que alargado en el tiempo puede llevar a disfunciones orgánicas, causar fatiga muscular, problemas en la absorción de nutrientes, y como ya imaginas, cambios en el comportamiento.

Desde la veterinaria holística se habla del dolor silencioso como aquel que se acumula lentamente en el tiempo.

¿Cómo podemos reconocer que un perro tiene dolor?

Lo primero que los expertos señalan es la importancia de la prevención y el reconocimiento temprano. La observación es la clave para identificar el dolor en el perro, y la identificación de cambios, que pueden ser sutiles, físicos y de comportamiento.

  1. Toca a tu perro. Si de manera habitual tocamos a nuestro perro, podremos al tacto detectar alguna zona corporal más caliente, inflamada o que resulta en una mayor sensibilidad y respuesta por parte del perro, que puede ser de evitación, o temblor.
  2. Observa cómo se mueve. Tenemos que estar atentos a cambios en los movimientos corporales y posiciones, por ejemplo, al levantarse y recostarse. Una posición cerrada de las patas posteriores o abierta en las patas anteriores, puede significar dolor. También el salto tipo “conejo” al correr con las dos patas traseras juntas, o una cojera, leve, moderada o severa, estarán indicando dolor.
  3. Detecta cambios en las rutinas. Un comportamiento diferente en los paseos, al subir las escaleras o saltar, falta de apetito, cambios en la ingesta de agua, un incremento del tiempo de descanso o apatía, renuncia a salir a pasear.
  4. Comportamientos distintos. El dolor provoca una estimulación en el sistema circulatorio y sistema nervioso simpático y se genera una situación de estrés, con un incremento de cortisol, que alargado en el tiempo también inhibe la respuesta inmunitaria. Con una mayor vulnerabilidad a enfermedades. La forma de exteriorizar estos cambios fisiológicos puede venir en forma de señales que pueden ser un mayor nivel de ansiedad o agitación, vocalizaciones, jadeos excesivos o respiración alterada, una mayor frecuencia cardíaca o dilatación de la pupila. E incluso respuestas agresivas, gruñidos o evitación de interacción con otros perros o personas. También puede ser una señal de dolor el incremento del lamido en alguna parte del cuerpo. Es algo que los perros hacen tratando de limpiar una herida, y también cuando el daño es interno.

Todo lo anterior no significa directamente que tu perro esté experimentando dolor, pero sí representan casos conocidos en los que lo había.

dolor-silencioso-perros

Qué puedes hacer TÚ para calmar el dolor en tu perro?

La primera recomendación ante sospecha de dolor en nuestro perro tiene que ser ponerlo en conocimiento de nuestro médico veterinario. Que podrá emitir un diagnóstico y valorar la administración de fármacos. Sobre los que te debe informar con detalle de los posibles efectos secundarios, así como de las posibles alternativas.


De forma complementaria y desde el hogar podemos ayudar con el dolor de nuestros perros. Hacer una valoración de su ambiente y tomar medidas que les eviten sobreesfuerzos o incomodidades es nuestra responsabilidad. Modificar los lugares de descanso o facilitar los accesos puede ser necesario. Por la importancia en la salud general, lo fundamental sería revisar la dieta y nutrición de nuestro perro y valorar suplementos naturales y plantas medicinales que lo refuercen.

Además, existen gran variedad de tratamientos naturales, te menciono un gran abanico más abajo, pero me gustaría resaltar entre todos ellos, por muchos distintos motivos, el poder de las terapias manuales y distintas técnicas de masajes que podemos aprender y aplicar de forma sencilla, con una respuesta de relajación que permiten al cuerpo recuperarse.

Esto es especialmente útil en perros ansiosos o traumatizados, donde podemos observar una elevada tensión en el tejido neuro fascial (entre la piel y el músculo, que recorre todo el cuerpo y que a nivel celular comunica con el sistema nervioso y resto de órganos). El dolor puede proceder de un tejido a nivel más profundo o incluso no tener un foco localizado. Y se comunica con el resto de tejidos conectivos del cuerpo. Por eso los masajes más sutiles y suaves pueden ser enormemente efectivos, creando nuevos caminos neurológicos que contribuyen además a crear conciencia y mejorar la propiocepción (la consciencia de uno mismo en el espacio). Mejorando estos procesos neurológicos se produce equilibrio neuronal y cognitivo que se transmite al cuerpo.

Con este tipo de masajes, se liberan tanto los patrones del dolor, como emocionales. A través de las manos se puede identificar el dolor, la tensión y las restricciones. Técnicas como “whole energy body balance” del Dr. Edward Bassingthwaite, o el reconocido mundialmente Método de Tellington Ttouch, siguen este principio de masaje fascial o límbico.
Aprender las bases y aplicarlas con tu perro tiene un impacto positivo en su salud, calidad de vida y en vuestro vínculo.

Otras modalidades de masajes a los que se dedica un artículo completo y pueden ayudar en el tratamiento del dolor por sus efectos calmantes son el masaje tradicional relajante y el miofuncional. También la terapia craneosacral y reiki dentro de categorías manuales energéticas, con un toque más sutil y suave recomendable para todos los perros, pero más aún aquellos con mucha sensibilidad.
Otras técnicas y terapias que pueden considerarse son la acupresión, el taping kinesiológico o la homeopatía.

Todas las anteriores terapias, debemos ponerlas en conocimiento de nuestro veterinario o experto en salud de nuestro animal. Si decidimos aplicarlas en el hogar, formarnos e informarnos de la mejor manera posible. Puesto que, aunque muy seguras, hay situaciones y patologías en los que se desaconsejan.

Existen numerosas terapias alternativas más complejas que se aplican en consulta veterinaria, y que, por su dificultad y especialización, son difíciles de aprender sin la titulación y conocimientos necesarios.

Por último, añadir que tenemos una responsabilidad ética y social con respecto al dolor de nuestros perros, y debemos hacer lo posible por tratarlo. El dolor no tratado puede conducir a deterioros muy serios y graves de la salud, y una mayor sensibilidad a éste.

Referencias

  • AVMA Animal Welfare Forum – Manejo del dolor- www.avma.org. 2001
  • Northpark Animal Hospital- www.northparkvet.com. 2018
  • Vets Now- www.vetsnow.com. 2021
  • Tampa Veterinary Hospital- www.tampavet.com. 2018
  • Dr. Edward Bassingthwaite: “The silent epidemic: understanding silent pain in pets”. 2021
  • James St Clair: “Dogs don’t cry”.
  • Psychology Today. Stanley Coren PhD., DSc, FRSC- www.psychologytoday.com. 2017
  • American Animal Hospital Association- painmanagement_dogs_web.pdf (aaha.org). 2007

Comparte esta entrada:

Últimas entradas

Catégories
  • Aucune catégorie