La cruda ansiedad canina. Una epidemia silenciosa

Hay una “epidemia” que afecta a millones de perros y personas en el mundo. Se ha llegado a estimar que pueden sufrirla 3 de cada 4 perros domésticos. Aun con estos elevados números, es difícil de identificar, de definir y hasta de tratar.

Perro con ansiedad y respuesta de congelación

Es la ansiedad

Seguro que la conoces, la has experimentado en primera persona, vivido en familiares, amigos y perros con los que tratas o convives. Está allí, es parte de la vida. Por contradictorio que parezca es necesaria y no se puede vivir sin ella. Pero a veces, se convierte en limitante y se expresa en problemas de comportamiento, salud, de bienestar general y convivencia.

La pregunta es obligada, ¿sabes qué es la ansiedad?

Podría parecer algo sencillo de responder, por lo cotidiano del término, y, sin embargo, su definición puede complicarse y ser muy diversa según la fuente. Para simplificar, a mí me gusta sintetizarlo en una frase; “la ansiedad es un estado que nos permite saber que algo no está bien”.

Se puede equipar a una alarma, como las de incendio o de fallo de motor de un coche. La ansiedad es una señal de que hay un problema.

Este sistema de alarma podemos considerar que es necesario y tiene como función que el perro, o nosotros, podamos adaptarnos al entorno y “sobrevivir”, literalmente. Por eso decimos que es necesaria.

Es un mecanismo de respuesta que ha permitido a lo largo de la evolución que las especies sobrevivieran ante peligros y amenazas. Creando esa alarma que se acompaña de síntomas internos que nos movilizan a actuar y ponernos a salvo.

Esto lo vemos por ejemplo ante estímulos repentinos que hacen que de forma inconsciente nos apartemos de un salto. Esta inconsciencia es clave, es una cuestión de velocidad, no hay espacio para pensar si saltamos o no, porque de esa decisión puede depender la vida. Así que un área del cerebro, la de las decisiones impulsivas, decide. Dejando en “off” a la zona que procesa la información de forma racional.
Ese sistema ancestral ha permanecido invariable, pero hay una particularidad. Aquel entorno era bastante estático, con amenazas puntuales.

El contexto actual es variable, lleno de estímulos y peligros tanto visibles como invisibles que se repiten y acumulan el día a día, estresores. Estos estresores alteran el equilibrio interno, lo que el cuerpo detecta, dando aviso para que se pongan en marcha los mecanismos que permitan corregirlos, y devolver el organismo al equilibrio inicial. Pueden estar en el entorno externo del perro o en su interior, y tanto la señal como las respuestas que se producen, se crean en el cuerpo.

Por eso la llamo “la cruda ansiedad canina”, muy similar a la humana, pero más física y menos mental.
Es en el cuerpo donde se genera y almacena la ansiedad, por eso comprender su fisiología es importante.

Esto nos permite entender que hay una serie de cambios que se producen internamente que pasan desapercibidos, porque no los vemos, pero que afectan a la bioquímica del perro y se van a manifestar de forma externa en su conducta, y eso es lo que vemos. Y etiquetamos como reactividad, miedo, impulsividad, hipervigilancia, agresividad, destructividad, hiperactividad, nerviosismo, compulsividad o desobediencia, entre otros síntomas.

Ansiedad en perros

Cuando estos estresores se acumulan en el día a día o son muy intensos, el sistema no es capaz de recuperarse, se mantiene con la alarma encendida, enviando señales internas de estar en constante peligro, de no estar seguro. Un estado de ansiedad generalizada que afectará al funcionamiento de otros sistemas como el digestivo, inmune, cardiovascular, articular u óseo, y que altera asimismo la química cerebral y el comportamiento. Tiene asociada inflamación y dolor, y es la antesala de muchas enfermedades crónicas y problemas en la convivencia.

Quizás te preguntes cuáles son esos estresores que causan esta ansiedad

Lo que sabemos es que se suele hablar de multicausalidad, quiere decir que no hay un único agente causante, por eso se dice que la ansiedad es multifactorial.

Algunos de estos factores potencialmente causantes de ansiedad son; la dieta cuando es deficiente en nutrientes, desequilibrada o ultra procesada, con químicos y aditivos perjudiciales, a lo que se añaden otros tóxicos ambientales que encontramos literalmente “en todas partes”, y a los que sumamos desparasitantes, medicamentos o vacunas, que si bien pueden ser necesarios, no son inocuos.
Lo anterior daña esos microorganismos que pueblan el sistema digestivo del perro que son grandes aliados, la microbiota. Sus desequilibrios suponen en sí mismos un generador de ansiedad, por la relación directa con la salud mental y de otros sistemas del cuerpo.
Pero además, hay agentes de carácter más educativo, relacionadas con la forma en que nos relacionamos y comunicamos con el perro, la previsibilidad y control del entorno, la posibilidad de elección y agencia en su día a día, de realizar conductas naturales y de tener garantizadas sus necesidades, como especie e individuo.
A lo que se suman factores orgánicos relacionados con enfermedades, el dolor (que siempre cursa con la ansiedad), predisposiciones genéticas, carencias y experiencias negativas o traumas en las primeras etapas de la vida y posteriores.

Ansiedad canina por traumas en etapas tempranas

Todo lo anterior puede parecer algo desalentador, sin embargo, muchos de estos factores que desajustan el cuerpo forman parte del estilo de vida y hábitos, lo que es muy buena noticia, porque ofrecen soluciones al alcance de todos.

Hay muchas propuestas, algunas muy sencillas que puedes incorporar en el ámbito del hogar, y aunque es un proceso que requiere su tiempo, los primeros cambios pueden ser visibles de forma muy rápida.
Intervenir sobre la dieta, exposición a tóxicos, incorporar más movimiento y tiempo compartido en la naturaleza y al aire libre, garantizar un buen descanso, establecer un buen vínculo y apego seguro, comunicación adecuada, posibilidad de expresarse y realizar conductas naturales, son oportunidades de recuperación para un sistema nervioso alterado.
A lo que se pueden añadir algunos ayudantes en forma de suplementos, adaptógenos, o introducir las “poderosas” terapias manuales.

Por supuesto, acompañarnos de profesionales de la educación canina o la salud, según el caso, es siempre una buena recomendación, que, junto a ti como cuidador bien informado, permite acelerar el proceso.

Sobre este tema tan interesante de la ansiedad canina, entender cómo se manifiesta y sus causas, y qué puedes hacer en tu caso de forma individual, te cuento más en mi libro, que puedes adquirir en esta WEB en formato papel o digital, y en AMAZON

Artículo para la revista publicada para subscriptores por la Fundación Trifolium. Revista número 62 www.fundaciontrifolium.org

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