Sobre mí

En 2013 me despedí Chester, un Golden Retriever, que se fue con 10 años, demasiado pronto. Siempre tuve dudas, pero ahora tengo la certeza de que pude haber hecho más, y pudo haber vivido mucho más tiempo si yo hubiera tenido más conocimiento de comunicación canina, de educación, de emociones y sobre todo, de nutrición.

Cuando después de un tiempo adopté a Klaus, no sabía cómo mi vida iba a cambiar. Pero sí sabía que iba a hacer todo lo posible para que viviera sano y en equilibrio. Y pronto me di cuenta que no iba a ser tan fácil.

Así que, realicé diferentes cursos hasta certificarme como nutricionista canina, obteniendo además la titulación de Ayudante Técnico Veterinario. También me formé en educación, comportamiento y psicología canina.

Las numerosas tendencias en  educación y adiestramiento canino, y la rapidez con la que se incorporan nuevos conceptos y estudios, hizo que me interesara de forma global en este área, y desde diferentes prismas.

Los enfoques, métodos de educación, adiestramiento y entrenamiento

Han cambiado en las últimas décadas de forma radical, lo que tampoco ayuda

Áreas tan variadas como el comportamiento, las teorías del aprendizaje, la medicina tradicional y complementaria, la neurociencia, la anatomía o la etología, arrojan investigaciones y datos que definen las nuevas tendencias en el cuidado y educación canina. Sin embargo, la información a la que podemos acceder es muy amplia y dispersa, a veces contradictoria, y en la práctica, difícil de aplicar.

La educación es todo, su definición dice que es ayudar a desarrollar capacidades, físicas o mentales, transmitir conocimientos, actitudes. También perfeccionar habilidades y acostumbrar a actuar de determinada manera. 

Eso nos convierte a todos educadores de nuestros perros. Y a la vez da cabida a todas las metodologías, aunque no todas las compartamos. Encontrar no solo la que resuena con nuestros valores y estilo de vida, sino la que mejor encaja con nuestro perro, puede ser una tarea complicada.

De manera general, creo que debemos buscar la libertad del perro, libertad de pensamiento y de actuación, que no está reñido con el establecimiento de límites. En darle parcelas de autonomía que le permita desarrollar sus capacidades cognitivas y emocionales, tomar decisiones y disfrutar de una vida plena y digna.

Aspectos educativos que redundan en una convivencia armónica en el hogar y comunidad.

Rechazo aversivos y herramientas que causen daño o estrés al perro, físico o emocional, ya que me parece innecesario y contraproducente para la convivencia y para que se produzca el aprendizaje, más aún cuando contamos con técnicas más efectivas y sobre todo, respetuosas.

La obediencia entendida solo como control, por muchos métodos positivos que utilice, no me sirve. Porque confío en las habilidades cognitivas de los perros para aprender desde el respeto, la cooperación y la coherencia. Y también tengo la convicción, de mano de la ciencia, que los desequilibrios emocionales, la ansiedad en todas sus formas, no se resuelve desde el entrenamiento o la modificación de conductas. Porque su origen, además de multifactorial, está a otro nivel, a uno interno.