Percibir o ser percibido se refleja en la conducta y la convivencia
No hay una sola realidad
Lo que llamamos «realidad» no es algo fijo, objetivo y universal. Cada organismo construye la suya propia, a partir de los datos sensoriales que recoge y la forma en que su sistema nervioso los procesa. Esto no es solo una cuestión filosófica: es un hecho reconocido tanto por la física como por la biología y la psicología.
La percepción no es un reflejo pasivo del mundo exterior, sino un acto activo, influido por la estructura corporal, el estado interno, la historia de experiencias, el entorno inmediato y la función adaptativa de sobrevivir. Lo que un perro percibe no es «lo que hay», sino su versión subjetiva del entorno, construida momento a momento.
Y lo mismo sucede con el que observa a ese perro. Quien percibe también filtra, interpreta, categoriza.

Cuando no encaja: percepción ambigua y reacción
Cuando un perro se encuentra con un estímulo que no encaja en sus categorías conocidas, se genera una sensación de incertidumbre. El sistema nervioso está programado para identificar patrones familiares y responder rápidamente a ellos. Si lo que aparece ante él es nuevo, ambiguo o contradictorio, se activa una señal de alerta: «esto no sé lo que es, así que mejor me protejo».
Esto puede deberse a muchas causas:
- El perro no tuvo experiencias suficientes durante su etapa de socialización temprana.
- Alguno de sus sentidos está alterado (vista, oído, olfato…).
- Su cuerpo tiene limitaciones que modifican la manera en que percibe el entorno (dolor, rigidez, falta de movilidad en el cuello, fatiga, etc.).
- Su estado interno está alterado por factores como el estrés crónico, inflamación, disbiosis intestinal o dolor.
Todo eso afecta la forma en que su cerebro interpreta lo que percibe. Si hay dolor o disfunción en el sistema nervioso o en la comunicación cuerpo-cerebro, se alteran los mensajes aferentes que llegan al sistema central. Y si esos mensajes llegan distorsionados, también lo estarán las respuestas.
Ejemplos son un perro con un ojo dañado, o con limitaciones en el rango de movimiento de su cuello, que puede tener una percepción visual parcial, lo que cambia completamente su lectura del entorno. Pero incluso sin daños estructurales, un perro que tiene dolor crónico, tensión miofascial o inflamación de bajo grado puede tener una percepción alterada del mundo. Su sistema está en alerta constante, leyendo amenaza donde quizá no la hay.
Y esto no solo le afecta a él. Esa tensión, esa comunicación ambigua, esa postura retraída o mirada fija también afecta a los demás. Los perros que lo observan pueden percibir algo inquietante, algo que no encaja. Y, como antes, responder con cautela, inseguridad o reactividad.
Lo que se transmite, lo que se recibe
La comunicación entre perros no es un lenguaje cerrado. Depende de movimientos, posturas, gestos, energía, distancia, contexto. Cuando uno de los elementos se altera, el mensaje puede volverse ambiguo o incompleto. El resultado: malentendidos, tensión, rechazo.
Y entonces, ambos lados sufren. El que no entiende, y el que no es entendido. Y una percepción alterada puede parecer un problema de conducta.
Un perro con percepción alterada puede mostrar respuestas exageradas, bloqueos, reacciones desproporcionadas o problemas de socialización. Pero a menudo no es un «problema de comportamiento» en sí, sino un desajuste en la forma en que percibe y procesa el mundo.
Del mismo modo, un perro que emite señales corporales ambiguas (por morfología, rigidez, alteraciones posturales o emocionales) puede ser rechazado o malinterpretado sin comprender el motivo.
Acompañar desde la comprensión
Comprender esto cambia radicalmente la forma en que intervenimos. No se trata sólo de enseñar conductas o evitar reacciones. Se trata de entender qué está viviendo ese perro a nivel sensorial, emocional y corporal.
En mis sesiones de educación canina integrativa, trabajo desde ese lugar: observando el cuerpo, la expresión, la postura, el contexto, las señales y la historia. Porque muchas veces, para ayudar a un perro no hay que cambiar lo que hace, sino entender mejor lo que percibe.
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