Sin acritud, pero a veces se dicen cosas que no se han pensado bien, porque si no, no se dirían.
Con los perros aceptamos consejos que rechazaríamos de pleno si se refiriesen a nuestros niños o a nosotros mismos.
Me refiero a “ignorar” cuando un perro está en un estado de ansiedad. ¿Te imaginas que te pasa?
A la sensación de “muerte inminente”, se une que estás solo ante el peligro, y que mejor te apañas. Algo así como suponer que lo que no te mata, te hace más fuerte.
Imagina que es tu hijo o tú mismo. Si te ha pasado, sabes a lo que me refiero, y si no, usa la empatía.
Con los perros se aconseja (a veces) que no se dé apoyo en ese estado. Y el motivo, o lo que se argumenta, es que se refuerza la conducta. Pero, ¿Qué conducta? 😳
Si oyes que alguien lo dice, o lo lees (como me acaba de pasar a mí en redes) es que no sabe lo que es la ansiedad canina. Que es verdad, que pasa mucho.

Entendiendo qué es realmente la ansiedad
La ansiedad es una respuesta automática y ancestral de nuestro cuerpo frente a lo que percibe como una amenaza. En los perros, esta respuesta no es diferente, aunque a menudo sus manifestaciones sean incomprendidas.
En un episodio de ansiedad, el cuerpo del perro entra en estado de emergencia, en estrés:
- Se dilatan las pupilas para captar mejor el entorno.
- El corazón bombea más rápido, enviando sangre a los músculos para estar listos para responder a la amenaza.
- Procesos como la digestión o la función renal se detienen para priorizar la supervivencia.
- La glucosa en sangre aumenta como combustible de rápida disponibilidad.
- El sistema nervioso simpático se activa para mantener al cuerpo en estado de alerta.
Todo esto ocurre en segundos, de manera involuntaria y sin que el perro pueda controlarlo. Es la base biológica de lo que llamamos ansiedad.
¿Qué es lo que estás “reforzando”?
Si tu perro muestra signos como ladrar, temblar, esconderse o incluso atacar, no lo hace porque quiera “llamar la atención” o porque tú hayas “reforzado” esos comportamientos al consolarlo. Esos comportamientos son la consecuencia externa de un caos interno que ya está ocurriendo en su cuerpo.
Ignorar estos síntomas no los elimina; de hecho, puede agravarlos. Al no ofrecer seguridad, el perro añade una nueva fuente de estrés a su lista: TÚ, su referente, no estás ahí para él en un momento crítico.
El impacto de ignorar la ansiedad
Cuando ignoras la ansiedad de tu perro, estás dejando que su sistema interprete el entorno como aún más hostil. Esto refuerza no el comportamiento, sino la sensación interna de amenaza. El perro no solo sigue percibiendo peligro, sino que ahora se siente completamente solo frente a él.
Por otro lado, muchos casos de ansiedad canina tienen raíces más profundas, como desequilibrios metabólicos, inflamación crónica o incluso problemas de salud que pasan desapercibidos. Estos factores generan un estado de hipervigilancia, donde cualquier estímulo puede percibirse como amenazante.
Si te enfocas en los estímulos que “crees” están desatando la ansiedad, podrías estar quedándote en la superficie. Sin llegar a resolver la causa de raíz de ese estado ansioso.
Cómo actuar frente a la ansiedad de tu perro
El primer paso es entenderla:
- Observa los desencadenantes y patrones en su entorno. Es distinto si solo hay un estímulo o una situación que si es algo más generalizado.
- Evalúa su estado general de salud, ya que puede haber factores internos influyendo en su comportamiento.
- Analiza el entorno. Los posibles tóxicos (que están literalmente en todas partes) que pueden estar afectándole a nivel interno.
- Ofrece parcelas de seguridad: tu presencia y apoyo pueden ser fundamentales para calmar a tu perro en esos momentos. Pero hazlo extensivo a la casa, paseos y otros entornos de su día a día.
- Empatiza, y ya sé que a veces no es fácil. Aunque las conductas de tu perro te parezcan exageradas, injustificadas o incómodas, considera que son comunicación. La expresión de un estado interno que está causado y motivado por cómo se siente. Y se siente en peligro o amenazado, porque su organismo así se lo indica. No es voluntario.
Actuar no significa solo consolar. Implica entender las causas, modificar el entorno y buscar estrategias de manejo adecuadas que reduzcan esa percepción constante de amenaza.
Mi recomendación
Si este tema resuena contigo y no sabes por dónde empezar, te invito a leer mi libro, La Cruda Ansiedad Canina. En él abordo la ansiedad desde sus raíces biológicas y emocionales, con herramientas prácticas para entender y ayudar a tu perro de manera efectiva.
Porque la ansiedad no se refuerza. Pero sí se comprende y se gestiona.