El termostato interior de los perros


La temperatura es uno de los factores externos que más influyen en los cambios fisiológicos que se producen en el cuerpo, también de los perros. Y su regulación puede afectar a otros sistemas y puede manifestarse en el comportamiento.


La temperatura corporal tiene unos rangos en los que el organismo está en equilibrio, y funciona como un termostato. Este termostato está en el hipotálamo.
Cuando se sale de este margen, el cuerpo pone en marcha mecanismos metabólicos que le ayuden a volver a ese equilibrio, a la homeostasis. Esto significa mantener estable el entorno interno. Permanecer fuera de esta estabilidad, puede implicar daños en la salud, o incluso la muerte.
Este es el motivo por el que cuando hace frío se producen temblores involuntarios, y vasoconstricción, o cuando hace calor sudoración o jadeo y aumento de la frecuencia respiratoria, vasodilatación que facilita la pérdida de calor.


Hay que considerar que estas señales pueden tener otra causa, como por ejemplo el perro que jadea no porque está acalorado e intenta reducir su temperatura corporal, sino por ansiedad o estrés ante una determinada situación. Puede suceder lo mismo con los temblores, a veces el perro no tiene frío, sino que es una respuesta de temor, miedo ante un estímulo o entorno.

La producción de calor procede de los procesos metabólicos, del ambiente y de la activación del músculo. Por tanto, una buena salud muscular va a contribuir a que el animal mantenga la capacidad de regular su temperatura. El músculo está implicado en el movimiento, la postura, la respiración, pero también en esos procesos de termorregulación del cuerpo.
También comer y el proceso de digestión generan calor corporal, y explica una tendencia a alimento más graso en invierno.

¿Qué comportamientos se relacionan con temperatura elevada?


Sabemos que los perros lo pasan mal con el calor, hay que tener en cuenta que dadas sus características y como regulan su temperatura, tenemos que estimar que van a sentir el aumento antes que nosotros.

Dependerá del perro, pero es fácil observar que los que tienen pelo medio o largo, empiezan a mostrar cierta incomodidad a partir de 20 grados, especialmente en el exterior cuando se están moviendo, puesto que la temperatura interior se eleva por el simple hecho de moverse.

Es normal que observemos por tanto tendencia a la inmovilidad, que busquen zonas más frescas, se revuelquen en arena, charcos y barro, busquen hacer hoyos para tumbarse en tierra más fresca, beban más agua, coman menos. Como respuesta a esa incomodidad, pueden también mostrar otras conductas como deambular. Y es muy habitual que se muestren más irritables o incrementen sus niveles de ansiedad. Un poco como nosotros.

Hay que ser cautelosos con las altas temperaturas, porque su capacidad de sudoración y así regularse a través de la piel, es limitada, debido al pelaje que les cubre. Por tanto, van a tener menos capacidad resolutiva antes temperaturas altas, que por ejemplo nosotros.

¿Cómo sabemos si un perro tiene frío?

De la misma forma que a través del comportamiento podemos ver cómo se siente el perro al respecto de una temperatura elevada, también podemos observar comportamientos indicativos de frío.

El cuerpo va a intentar mantener el calor y al mismo tiempo, generar más. Para evitar la pérdida de calor a través de la piel, el flujo sanguíneo se va a dirigir hacia el interior. Se pueden observar sacudidas o temblores para generar calor de forma mecánica, y puede haber tensión muscular. Una mayor ingesta de alimento e incremento del ejercicio o movimiento. Así, el acicalamiento o lamido, propio o a otros, podría tener un motivo regulador de la temperatura.

También podríamos ver si está en descanso, que se tumba enrollando su cuerpo sobre sí mismo, o acercándose a otros perros en el hogar o a vosotros.
En las sociedades occidentales, especialmente en las últimas décadas, estamos llevando al extremo la sensación de bienestar, y la temperatura es algo en lo que esta tendencia se puede observar. Intentamos vivir en una temperatura constante independientemente de la temperatura estacional. En países como España, con más o menos marcadas estaciones, según la zona, llama la atención que los interiores (en los que pasamos cada vez más tiempo) se pretenden mantener constantes a unos 21-22 grados, no importa si es verano o invierno. Buscamos la perpetua primavera.

Esto que es antinatural implica interrupciones en los ritmos circadianos, que impactan en la salud. Y es algo a lo que forzamos a nuestros perros, que también pasan mucho, muchísimo tiempo en el interior, en general.

Sabemos que, en los perros, igual que en los humanos, unas temperaturas demasiado altas van a interferir en su sueño, y esto se ve reflejado en respuestas de estrés, que compromete la homeostasis en el cuerpo, compromete su función inmunológica, la salud y bienestar.
Así que, antes de concluir si tu perro tiene frío, analiza el contexto y respeta su naturaleza y la tuya también.

Los efectos positivos de los cambios intensos de temperatura

Algo que de forma continuada puede perjudicar, como tener siempre la temperatura de la casa demasiado alta, o lo contrario, puede tener un efecto positivo para la salud si se aplica de forma aguda, intensa y breve en el tiempo.

Es lo que se conoce como estrés hormético.
La hormesis, consiste en someter al cuerpo a estresores intensos que contribuyen a generar mayor tolerancia, resiliencia y flexibilidad metabólica. Estos estresores aplicados en una dosis baja, o, en cualquier caso, no dañina, activarían una respuesta adaptativa que incrementaría la resistencia ante un posterior estresor más intenso. Esta respuesta, además, se cree que favorece la adaptación como especie. Además, se posiciona como una herramienta para promover la longevidad. Algo así como, lo que no te mata, te hace más fuerte.

De lo que se habla mucho con respecto a la temperatura. Y que no es nuevo, solo que ahora tenemos una explicación fisiológica.
Es el efecto terapéutico que sabemos tienen las saunas, o los baños de agua helada. Cambios intensos en la temperatura externa a la que se somete el cuerpo por breves periodos de tiempo. Otros ejemplos de hormesis son los ayunos, o el ejercicio intenso (cuidado, no todo vale). También las exposiciones a ciertos metales o tóxicos, así, se han realizado numerosos estudios relacionados con la exposición a radiación de baja intensidad, no sin cierta polémica y controversia.

Cuando veo a los perros en pleno verano tendidos al sol, o en invierno tranquilamente tumbados en la nieve, o dándose un baño en agua helada, me pregunto si es casual, o si no sabrán de forma instintiva y heredada que eso es terapia.

Me inclino por lo segundo, ¿y tú?

Referencias

  • Alvarez, A. 2004. Fisiología de la termorregulación. Fisiología animal. Facultad Medicina Veterinaria. UNAH
  • López-Diazguerrero, N. E. et al. (2013). Hormesis: lo que no mata fortalece. Gaceta Médica de México, 149 pp. 438-447.
  • Schork, IG et al. 2022. ¿Cómo afectan las condiciones ambientales al sueño? Una investigación en perros domésticos ( Canis lupus familiaris ). Behavioral Processes. Volumen 199, junio de 2022 , 104662
  • Varios autores, editado por Spennacchio, L. 2020. El perro en 360 grados. Un puente entre la ciencia y el mundo del perro. Cinantropia.

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